miércoles, 3 de febrero de 2010







Chau Bebe

El Bebe Ciupiak era lindo como todo bebé, sus movimientos siempre apresurados cortaban el aire como con un látigo, hablaba también rápido y pasaba de un tema a otro sin solución de continuidad. Podía empezar con que en una editorial no le devolvían un original, seguía con la Biblia y el tema de María Magdalena, continuaba con la nueva goma de borrar que estaba buscando, (recuerdo una vez le comenté que había probado borrar grafito con un pedazo de Telgopor con resultados interesantes y vi como se le iluminaban los ojos, creo que se quería ir hasta Haedo volando para probarlo) y finalmente terminaba con algún elogio o crítica a la obra de otro colega vivo o no, casi siempre acertada.
Supongo que esa velocidad y verborragia se detenía a cero cuando dibujaba, me imagino los movimientos lentos y el silencio, por eso explotaba cuando se cruzaba por la calle con alguien y no paraba, y eso era lo lindo, cuando me llamaba por teléfono y me decía que haces gordo? aunque yo estuviera muy ocupado ya me sacaba una sonrisa y se que se venía una hora de diversión desopilante.
El Bebe fue buen tipo y sobre todo era un artista, quizás no un profesional, por eso no se podía adaptar a los tiempos de entrega de las editoriales y mucho menos a los de la publicidad, en tantos años no pudieron domesticarlo, no pudieron. Para el la ilustración era lo más importante y todo lo demás no existía, muchos encargos terminaban quedando para el mismo, ni siquiera se llegaban a publicar, pero aparentemente salvo por lo económico no le preocupaba mucho. A veces pedía consejos porque suponía que alguno de nosotros manejaba mejor el negocio de la ilustración, pero para nosotros era casi como corromperlo.
Era socio honorario y fundador de la Asociación de Ilustradores Argentinos y fue en ese ámbito que lo conocí en persona hace más de 20 años, para esa época ya guardaba sus ilustraciones que aparecían en las revistas y en los catálogos de las muestras, y los miraba una y otra vez para poder entrar en su mundo, conocerlo fue una emoción muy grande.
Se murió en su casa solo, entre el 2 y el 6 de Enero, después de pasar el año nuevo con su familia, supongo ante la mirada triste de sus retratos.
No tengo ninguna obra de el, nunca me animé a pedírsela, se que me la hubiera dado. Ahora solo nos quedan sus trabajos para verlos en algún homenaje pero yo lo voy a extrañar mucho más a el.


Marcelo Otero


Una anécdota del Bebe

Una vez una agencia de publicidad le hizo un encargo, como se demoraba mucho en la entrega, mandaron un cadete a Haedo para sacárselo en el estado que estuviera (igual iba a estar bueno). Al llegar, el cadete que lo conocía le tocó el timbre y atiende el Bebe,

El cadete le dice

- hola Bebe, vengo a retirar el laburo como esté…

Y el Bebe responde

- el Bebe no está!

Cadete

- Dale Bebe dámelo como esté que publica mañana

Bebe

- el Bebe no está, vení mañana!

Cadete

- pero si sos vos Bebe yo te conozco…..

Bebe

- Yo no soy el Bebe, ya te dije que el Bebe no está!

El cadete consternado no tuvo mas remedio que volverse a la Agencia sin el Arte.











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